A veces no puede describir lo que siente.
A su lado está sereno y tranquilo.
Llega a casa y vuelve a temblar.
A veces se queda tambaleando en su sonrisa.
No se pueden llamar celos. Tal vez sí.
No sabe por qué a veces late más. Serán nervios.
No sabe qué tan fuerte seguir latiendo.
Serán miedos.
22 de marzo de 2010
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